La mirada mágica, Por Angela Castillo

Hace años vivía en una huerta y cada día iba a caminar hasta la orilla del río San Juan. Allí, sentada en una piedra, escribí un cuento sobre una perrita que peregrinaba por la vega del río con el propósito de encontrar el puente o el vado que le permitiera alcanzar la otra orilla. Ella, que en realidad era yo, había partido el mundo por la mitad: todas las desgracias estaban a este lado, y todo su afán estaba puesto en cruzar la línea separadora, con la confianza de que la felicidad la estuviese aguardando en la otra orilla.

Pues bien, viajé a Perú unos meses después y allá me sentaba cada día en una piedra, al lado de un afluente del río Urubamba, a escribir el cuento que me estaba viviendo. ¡De pronto me di cuenta de que estaba en la otra orilla! Las aguas fluían en dirección contraria a las del río San Juan.

Este tipo de asociaciones los hace la mirada mágica. Es un acto de magia de comprensión profunda. La voz de lo concreto puede decir que esto es un absurdo: ¡Pues vaya tontería, si para cruzar un río de dos metros tienes que dar un salto sobre el océano! Pero es que no es cruzar el río físico, ni una cuestión de distancias geográficas. Es que se activó un espacio inédito del Ser que está representado en los símbolos circundantes. Lo has Visto, aunque no puedas explicarlo. Cuando la visión traspasa la envoltura, la forma, la circunstancia, la magia te muestra otros recorridos que no han hecho tus pies. Otros significados y lenguajes que coexisten en el espacio que abarca una mirada...

Angela Castillo - http://www.angelacastillo.com/libros